Uno
de los grandes placeres que le quedan al ser humano es comer. Yo como
de todo (de casi todo, porque el seso y las criadillas no me van nada).
Pero con esto del cambio climático y el fin de las especies se complica
la cosa. El año que viene quizá ya no haya bocarte del Cantábrico. El
trastorno del clima preocupa a todo el mundo. Mientras me arregla una
fuga, mi fontanero Fernando Navarro me explica que el cambio climático
va a transformar irremediablemente la vida en Cantabria y que la
primavera cada vez será más caliente. Así, con esa claridad lo expuso. Y
se ha visto este año y este verano. Con las aguas de nuestro mar a 24
grados daba gusto bañarse, pero no es lo frecuente. Mi asistenta cubana,
Daisy de mi corazón (la amo porque amo a Cuba), va a la playa de Los
Peligros de Santander, donde se dan cita numerosos sudamericanos. Está
extrañada y encantada de ese agua tan cálida, que se aproxima
(lejanamente) a su Caribe.
Antes de que se me vaya la onda
metiéndome en el mar, quiero acabar lo de la tierra y el mantel. Caius
Apicius, crítico gastronómico de la agencia EFE, explicó hace unos días
lo ricas que son las salsas, ese pecado venial. Y recordó a Julio Camba
cuando, en 'La casa de Lúculo', recomienda: «No deje usted de sopear,
por un falso concepto de la corrección. Lo verdaderamente incorrecto es
devolver a la cocina, sin haberla probado, una de esas salsas que honran
a una casa». Hasta el Rey hace 'barcos' en la salsa. Porque le gusta
comer, aunque la Reina le corte para que no se eche kilitos encima. Lo
dijo hace tiempo él mismo y lo ha recordado hace poco en una entrevista
en 'El Mundo' el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla: «Al Rey
le gusta el buen chuletón, el cocido lebaniego o el montañés, buenos
quesos, buenos postres y es un enamorado de las anchoas de Cantabria».
Así que, como a miles de españoles, le gustan los platos sencillos. Y es
que, como dijo hace tiempo 'La Bordiú' (me permito esta familiaridad
con mi vecina), los platos de cuchara son estupendos. A mí la langosta
también me cansa.
El pintor Antonio López ha contado
recientemente en 'La Voz de Asturias' que le gusta estudiar a la gente y
que ir en el metro hora y media hasta su lugar de trabajo (cuando un
reciente cuadro salía de sus pinceles) le parecía fascinante porque le
permitía estudiar de cerca hasta «los pelos de las orejas. Ves cosas muy
íntimas de gente desconocida». De la boca de López, que es Premio
Velázquez de las Artes, ha salido una frase genial: «La verdad siempre
es digna y elegante». Inolvidable la actuación del tenor peruano Juan
Diego Flórez. El público fatal. Sin acabar las interpretaciones ya
aplaudían. ¿Es que no saben que hasta la última nota tiene máximo valor?